La presión que se suele ejercer sobre los cuidadores puede ser tan grande y más cuando existen problemas mentales en la persona cuidada que repercute en la vida del mismo llevándola incluso a una situación en la que tendrá que dejar de ejercer ayuda o enfermar. Es un trastorno muy común, desgraciadamente demasiado común; quienes hemos tenido que convivir en esta situación por años, lo sabemos con certeza.
Siempre se suele pensar en las personas enfermas. Sin embargo un especialista siempre aconsejará no olvidar a todos los que dedican una parte importante de su tiempo a cuidarlas o atender sus requerimientos, que pueden ser más que constantes. Los cuidadores (entiéndase siempre de ambos sexos y cualquier edad), son los que atienden desde necesidades básicas, y psicosociales, hasta tener que cargar con problemas emocionales constantes según el tipo de convivencia que se deba ejercer, por las características del cuidado (igualmente valga para ambos sexos y cualquier edad)
Sobre esto hay varios estudios, que en general expresan que: “los cuidadores pueden sufrir una serie de problemas físicos, mentales, socioeconómicos y la alteración de su capacidad para atender a su asistido a causa de esta labor, definiendo la sobrecarga producida.”
En pocas palabras el cuidador pierde salud y comienza a presentar sintomatología múltiple, es decir se ve afectado en lo físico, sufren de cansancio, cefaleas y dolores articulares; en lo mental hay síntomas de depresión, trastorno del sueño, ansiedad e irritabilidad, en lo social se marca una pérdida o gran disminución de tiempo libre, soledad y aislamiento, en lo laboral o en el estudio, ausentismo, y desinterés entre otras cuestiones que por lógica redunda en perjuicio personal. Todo este conglomerado de cosas repercute en la vida de la persona de tal forma que puede llevarla a una situación en la que tendrá que dejar de ejercer su papel de cuidador.
La estadística existente indica que un alto promedio de cuidadores dedica más de 40 horas semanales al enfermo, y hay que sumar todas las horas que de por sí debe dedicar a la vida diaria, por lo tanto el aumento de la cantidad de horas semanales incrementa el valor de la sobrecarga que se ejerce sobre la figura del cuidador.
Todos los equipos terapéuticos se centran en el enfermo, pero muy pocos en el cuidador que es prácticamente ignorado, demasiadas veces. La detección de la sobrecarga del cuidador debe ser tenida en cuenta, se lo debe también preservar, viendo claramente al menos el mínimo de sus necesidades concretas, esto daría fruto sobre el enfermo y sobre el tratamiento que se ejerza.
Lo ideal siempre es planificar, desde un primer momento, el futuro de la persona dependiente y/o enferma, pero también el de la familia o entorno, pues si bien parece lógico que haya un cuidador principal, no se debe permitir la sobrecarga de este, por ello los expertos concuerdan que las tareas deben ser compartidas y también las responsabilidades. (Como bien sabemos, en general las responsabilidades y hechos son asumidos por algunos, el resto suele llenar formularios invisibles de excusas, tareas y problemas emocionales, para escapar al sayo que le endilga a una persona, con los consabidos “tú eres el/la más capaz” o el peor “Esto te toca a ti” como si hubiera una lotería que nadie vio realizarse. De cómo le va luego, pocos se harán cargo, más allá de los otros consabidos: “fuerza que tú puedes”, o “no decaigas que ya te repondrás”, palmadita en la espalda y a otra cosa y ni nombro el “Así es la vida”, y no, no es Facebook y sus me gusta y frasecitas, es una realidad hasta cruel).
Ahora bien, llegado el caso, si no se reparten las responsabilidades y las tareas, sí es importante detectar los síntomas de la sobrecarga, y solucionar el problema; indicios de esto son la agresividad, la tensión contra el resto del entorno, impaciencia con el paciente, aislamiento progresivo, cansancio, ansiedad, y sentimientos encontrados.
El cuidador tiene que reflexionar que tiene que tener una vida propia y si el cuidado no es psiquiátrico también este debería reflexionar lo mismo, el cuidador también tiene derechos como persona. Y necesita apoyo emocional, porque mucho de lo vivido lo va destruyendo en un día a día, y pareciera muchas veces que nadie tiene capacidad de verlo, o casi como que no quisieran verlo.
Hay asociaciones que prestan asistencia a cuidadores, formándolos, e incluso asistencia psicológica, también grupos terapéuticos para que pueda compartir sus experiencias y poder comunicarse con personas que viven las mismas circunstancias. Pero, sin dudas, la mejor ayuda, la más rápida viene del entorno, que puede ayudar a su propio autocuidado. La difícil paz mental que se necesita para presentar batalla a una enfermedad ajena, debe ser obtenida, a través del despertar a la realidad que vive el cuidador de parte de los demás que son parte del entorno y del enfermo mismo si es esto es posible, o solo se sumará un nuevo enfermo, y un círculo vicioso sin salida positiva.
Lic. Pedro Roberto Casanova.
Para revisar el tema:
Nota: Acabamos de cumplir 5 años de este Programa y al mismo tiempo de este Blog que funciona como almacén y bitácora. Las experiencias han sido muchas, de algo que se intentó en un primer momento como una idea pequeña y local, hemos avanzado a una escala impensada. De algunas pocas visitas del comienzo, gracias a las redes sociales, llevamos ya miles de ellas. Nuestro Programa ha sido replicado en escuelas de muy diversos países, desde Toronto en Canadá hasta en San Petersburgo en la Federación Rusa. Se ha logrado llevar ayuda a instituciones y centros de capacidades diferentes y se ha podido llegar a través de diversos viajes e invitaciones a diferentes puntos del planeta, con nuestra visión. Y todavía habrá más, porque los planes siguen y mientras queden oportunidades y fuerzas para aprovecharlas, se continuará. Gracias desde ya a nuestros seguidores, a los que alguna vez participaron, a los que participan, a los que creyeron que despertar es posible.