Foto: Chris Baker
Diferentes investigadores han propuesto múltiples teorías de origen psicológico con el propósito de explicar la etiología de diferentes enfermedad mentales. Algunas de estas teorías son explicaciones imaginativas para hechos que no pueden ser comprobados biológicamente. En última instancia estas explicaciones borran la línea entre causa y efecto. Como era de esperar, el número de teorías psicológicas acerca de una condición es un reflejo directo de lo poco que se sabe acerca de las mismas. Cuando se sabe poco acerca de una condición, las teorías proliferan y se dan a conocer como nuevos descubrimientos. Las teorías, derivadas desde este punto de vista, son difíciles de falsificar. ¿Son dogma o explicaciones científicas? En psicología, mientras más convincente la descripción, más persistente se hace la presunción de la teoría. También podemos agregar que las explicaciones psicológicas se han convertido en una presa fácil para la opinión de cualquier persona que esté dispuesta a adoptar un nombre de moda, por ejemplo, las madres nevera. Estas teorías no son el final de reflexiones psicoanalíticas sino más bien representan un retorno a las mismas.
No se podría argumentar, sin embargo, que tan sólo el punto de vista biológico es el correcto o que este ultimo ha escapado a la investigación neurocientífica ileso. La falta de resultados reproducibles ha permitido una proliferación de teorías biológicas. En este sentido, se hace eco a la observación de Dostoievski que si Dios no existe, entonces todo está permitido. Si no disponemos de una patología, se debería considerar favorablemente todas las posibilidades. Desafortunadamente, este enfoque conserva falsedades mediante la construcción de un castillo de naipes. Tal vez la búsqueda de la patología del autismo es similar al horror existencial. Encontrar la patología ubicaría el funcionamiento de la mente en el cerebro. Este enfoque lleva a la hipótesis asombrosa que “Usted, sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su sentido de identidad personal y el libre albedrío, de hecho, no es nada más que el comportamiento de una gran asamblea de neuronas y sus moléculas asociadas”. Esto socava la tendencia humana a afirmar su singularidad. Desmond Morris dijo una vez que las personas humanas tienen la tendencia a pensar de sí mismas como ángeles caídos, no como monos evolucionados.
En el autismo los déficits fundamentales están definidos en términos de un deterioro en el procesamiento de información. En la actualidad, existe suficiente evidencia científica para otorgar el titulo de “teoría” a tres diferentes conjeturas psicológicas, estas son el déficit en:
1) la teoría de la mente o cognición,
2) la función ejecutiva y
3) la coherencia central.
En primer lugar, los déficit en la teoría de la mente pueden ser visto como una exageración de las diferencias basadas en el género (masculino/femenino) que son aparentemente grabadas en nuestro cerebro. Asperger fue la primera alma valiente que sugirió que este síndrome era el extremo de la personalidad masculina. Simon Baron-Cohen ha dado publicidad a esta teoría basada en su propia investigación que abarca el espectro: de chismes a la agresión, de la evolución de la vida cotidiana y de las ciencias del cerebro a la teoría de la mente. Estas diferencias reflejan la forma en que se sistematiza y desarrolla la empatía. En segundo lugar, las funciones ejecutivas tienen un lugar dentro de la corteza prefrontal. El trabajo experimental de Goldman-Rakic indica que, de acuerdo con el área anatómica comprometida, el lóbulo frontal define diferentes dominios de la memoria de trabajo. Las tareas visioespaciales son procesadas por la corteza prefrontal dorsolateral. Más inferior a la misma se encuentra el área que procesa las características de los objetos y las caras, mientras que la codificación semántica implica regiones todavía más inferiores e insulares. Es fácil imaginar cómo un defecto en la memoria de trabajo o funciones ejecutivas pueden promover alteraciones en el lenguaje, pensamiento y conducta. Por último, la coherencia central es análoga a los estudios de los fenómenos de unión (“binding”) en neurociencias. Una coherencia central débil, un patrón típico del autismo, es un estilo cognitivo que hace hincapié en características de bajo nivel en lugar de alto nivel de procesamiento integrativo. Un mayor procesamiento de nivel integrativo parece estar mediado por la sincronización de descargas neuronales en el Electro Encefalograma (EEG) de alta-(gamma) frecuencia. Como era de esperar, investigadores han reportado recientemente un trastorno en la actividad oscilatoria gamma EEG en el autismo.
Las funciones ejecutivas: qué son y que hacen
Cabe señalar que Shakow, trabajando en los años 1930 y 40, generó una teoría de conjuntos segmentarios que aparentemente unían ambas funciones ejecutivas y la coherencia central. Su teoría afirmaba que, con el fin de realizar correctamente las actividades diarias se necesita romper las actividades en segmentos, mientras que se conserva la imagen de lo que se ha decidido ejecutar. En algunas condiciones, el panorama se pierde fácilmente. El déficit subyacente parece estar relacionado a la anormalidad de un hemisferio, y no en la función global del cerebro. El hemisferio derecho interpreta los patrones globales, mientras que el hemisferio izquierdo infiere detalles de estímulos.
Sin pruebas concretas en términos de neuropatología las teorías psicológicas son maleables y fáciles de pintar en una esquina. La mayoría de las teorías psicológicas no ofrecen nada más que sentido común. Ha sido el fracaso de los psicólogos el no perseguir pruebas para las mismas con técnicas neurobiológicas. Hasta el momento, todas las teorías son unidimensionales y sólo ofrecen la perspectiva de las personas que las desarrollaron.